Los problemas económicos y sociales han generado la creación de un nuevo modelo disruptivo económico llamado consumo colaborativo, otros lo llaman economía de la colaboración o share economy. Lo que es evidente es que se trata de un cambio cultural que está trasformando el concepto tradicional de propiedad por el de compartir, colaborar, acceder o intercambiar bienes o servicios.
El concepto de consumo colaborativo no tomo gran importancia hasta que, en 2010, la autora inglesa Rachel Botsman, publicara «What’s Mine Is Yours: the rise of collaborative consumption» y que la revista TIME la considerara como una de las «10 Ideas That Will Change The World» (10 ideas que van a cambiar el mundo).
Con el avance y uso de las nuevas tecnologías (redes sociales, smartphones, internet móvil…) este movimiento del compartir se ha extendido en gran parte del mundo, principalmente en Estados Unidos y Europa. En España ha sido adoptado rápidamente, seguramente atendiendo a razones económicas -la crisis- y a la necesidad de reducir gastos en los hogares. La realidad es que España se ha convertido en uno de los principales exponentes de este modelo.
La clave es la confianza
Pero el consumo colaborativo no es un movimiento nuevo. Ya estaba tomando forma hace un par de años con la aparición de plataformas P2P (person-to-person, persona a persona) como Napsters, eMule, eDonkey, etc. Lo que para muchos era un claro ejemplo de ‘ilegalidad y robo’, para otros es una forma de compartir información.
Este modelo se ha extendido rápidamente por los diferentes sectores productivos, como por ejemplo en el turismo: ¿Qué necesitamos para viajar? y ¿cómo podemos conseguirlo utilizando este nuevo modelo?
- Alojamiento: sin duda un ejemplo pionero de este fenómeno es Airbnb, donde puedes encontrar casas o apartamentos para ser ‘compartidos’. Otros ejemplos son Couchsurfing, knok, etc.
- Trasporte: SocialCar, Carpooling, Amovens, Blablacar, Zipcar, etc.
- Comer: Mealmeets, Eatwith, Mealisready, etc.
- Taxi: Uber (con un modelo todavía muy controvertido), joinuptaxi, Lyft, MagicTaxi, etc.
En estas plataformas digitales se pueden encontrar precios muy accesibles o, aquellos que les interese, tener la oportunidad de ofrecer sus bienes y servicios a otros usuarios.
Para impulsar el consumo colaborativo son necesarios diferentes factores pero, seguramente, uno de los más importantes es la confianza entre las partes. Dejar tu coche o casa, o prestarle dinero a un perfecto desconocido, implica más que un intercambio de beneficios. Sin duda la confianza podría ser la siguiente moneda de cambio en esta nueva economía.
No cabe duda que el consumo colaborativo va a trasformar el mundo en los próximos años, ya que las personas no solo están cambiando su concepto de propiedad (tener algún bien que solo utilicen para alguna actividad muy puntual y que después quede en el olvido o que sea poco sostenible de mantener). Además, este tipo de iniciativas pueden ayudar reducir el daño al medio ambiente, socializar con otras personas y tener un beneficio económico por el simple hecho de compartir.
¿Crees que el consumo colaborativo es un modelo económico sostenible? ¿Es el futuro para ahorrar gastos innecesarios?