Últimamente, los viernes después del Consejo de Ministros son un momento determinante para los emprendedores. La verdad es que las noticias más recientes han sido muy importantes para los dos momentos de la verdad, para crear la actividad y para cuando tienes (o no) que cerrar el negocio.
La de cal, la buena, llegaba la semana pasada. El día 7 de Marzo se aprueba una nueva ley concursal que quiere ayudar a que las empresas que tengan buenas ideas, o ideas viables, superen mejor las dificultades económicas. Básicamente cuando una empresa iniciaba un concurso de acreedores tenía en la práctica cerrado el acceso a nueva financiación y, en el 90% de los casos, estaba abocada a disolverse. La nueva ley facilita que empresas en esta situación puedan negociar con sus acreedores (incluso con aquellos que tienen garantías reales —hipotecas— de cobro) y que puedan recibir financiación externa. Generalmente no pensamos en esto cuando analizamos el universo del emprendedor. Sin embargo, el emprendedor es un empresario y su empresa, aunque no nos guste pensarlo, puede atravesar estos momentos.
La mala noticia, la de arena, llegaba una semana antes, el 28 de Febrero, con la regulación del crowdfunding ¿Por qué es mala la regulación? Porque se ha confundido “regular” con “limitar”. Poner un máximo a la financiación crowdfunding puede parecer una medida de control e incluso se puede argumentar que la mayoría de los proyectos no llegan a las cifras límite de 3.000€ por proyecto o 6.000€ por plataforma. Y, sin embargo, ha caído como un jarro de agua fría en el sector porque todos los participantes prefieren no tener límites. Quieren que exista la posibilidad de encontrar el gran proyecto, el gran éxito. Tanto emprendedores como inversores.
Así que es previsible que muchos ya no se acerquen a esta posibilidad que tan bien está funcionando en nuestro entorno. En un momento en el que la financiación tradicional escasea, esta es, sin duda, una mala noticia.
Más arena.