El futuro de las ciudades estará en manos de un ciudadano feliz, que representará la aceptación del statu quo; un ciudadano que dejará de soñar deserciones temporales de una realidad compleja para empezar a soñar con nuevos motores de cambio que reducirán al mínimo dicha complejidad, permitiéndole superar sus limitaciones.
Óscar Carbajo | @OscarCarbajo
Cada individuo vive su propia ciudad y únicamente sumando todas ellas podremos entender un poco mejor la de todos. La ciudad es un territorio compartido; un lugar en el que convive un número variable de individuos, cada uno con esa versión particular de su circunstancia social. Es la suma de esas circunstancias o realidades sociales la que ha ido definiendo, a lo largo de la historia, nuestra idiosincrasia colectiva.
Partiendo de esa base, en la que entendemos que la historia ha ido forjando nuestra singularidad colectiva gracias a una serie de épocas de cambio, podemos decir que en este momento no estamos viviendo otra época de cambio más, sino un nuevo cambio de época.
Poco a poco nos hemos ido sumergiendo en la era del conocimiento hasta vernos incapaces de gestionar las enormes cantidades de información que producimos. Y así, casi sin darnos cuenta, hemos cambiado la forma de comunicarnos; hemos concebido nuevos campos en los que ya nos estamos desarrollando, como el Internet del Todo, big data, socialización digital, permacultura, sostenibilidad. Estamos en un momento maravilloso de la historia, en el que el capitalismo está dejando paso al “talentismo”, un tiempo en el que comenzamos a medir la productividad en ideas por comunidades, en lugar de utilizar cálculos más propios de la época de la industrialización.
En una nueva economía, basada en el conocimiento, en la innovación y en el capital intelectual, los factores de competitividad dejan de ser puramente económicos. Ahora también importa cada vez más el equilibrio social y la calidad ambiental. Los hábitats de la globalización hay que reinventarlos siendo conscientes de que las ciudades y los territorios más atractivos, aquellos capaces de ejercer magnetismo sobre su entorno y de ofrecer calidad de vida a sus ciudadanos, serán los que tengan un proyecto de futuro más ilusionante y compartido.
La superpoblación es otro de los retos que tendrán que afrontar nuestras ciudades del futuro. Compartimos el espacio terrestre entre más de 7.000 millones de seres humanos, el triple que hace 80 años. En Europa, el 75% de la población se concentra en un 25% del territorio. En este cambio de época, más del 50% de la población se concentra en ciudades y se espera llegar al 70% para el año 2050.