No sé por qué últimamente la parrilla televisiva está saturada de programas relacionados con la cocina. En ellos se puede ver la destreza que tienen los participantes con los fogones, además de, y no menos importante, su capacidad de trabajo en equipo y de liderazgo.
Es curioso que los participantes muchas veces reciben masterclasses e instrucción sobre técnicas de cocina y, generalmente, no lo hacen sobre la gestión de personas y equipos. Es más, frecuentemente se incurre en el conocido Principio de Peter: Como tú has sido el mejor cocinero en la primera prueba, vas a ser ‘capitán’ en la prueba por equipos.
El resultado es tan desastroso como cuando convertimos al mejor vendedor en responsable de sección o al mejor programador en jefe de proyecto.
Y es que el liderazgo sobre un equipo es una cuestión diferente de la maestría en la realización de la actividad a la que el equipo se dedica. Hay miles de formas de describir a los líderes, así que no pretendo aportar nada nuevo. No obstante, me parece adecuado que, para un programa de cocina, establezcamos un paralelismo entre los cinco sentidos y las características de un buen líder cuando actúa como capitán:
Gusto. Naturalmente, los gastrolíderes tienen que tener muy fino el sentido del gusto. Es una medida de la calidad. Insisto en que el líder del equipo no es necesario que ‘sepa hacer’, lo importante es que ‘sepa si está bien hecho’.
Vista. Es la principal capacidad de percepción de lo que se hace y de cómo se hace. Un buen control es imprescindible para saber si se están siguiendo las directrices marcadas, si se están cometiendo errores, si hay riesgos…
Oído. En paralelo al anterior, el oído es la cualidad que permite al líder conocer más allá de lo que se ve. En la cocina y en la empresa es muy importante conocer si dentro del equipo “se está cociendo algo” que pueda arruinar el trabajo.
Olfato. De la misma forma que en la cocina, el olfato ‘anticipa’ lo que vamos a degustar y si algo va a estar realmente sabroso, los líderes debe tener la misma capacidad de predecir qué va a suceder o, al menos, cuáles son los posibles escenarios futuros y si probabilidad de que sucedan. En ocasiones se trata de una buena intuición, si bien, la mayor parte de las veces, depende de la experiencia.
Tacto. A pesar de que nos han enseñado que no se come con las manos, los gastrolíderes tendrían también que tener mucho tacto con la personas. Es una cuestión de empatía y no debe confundirse ‘tener tacto’ con una actitud de ‘debilidad’. Se trata de mostrar respeto hacia las personas y de adecuar nuestro trato a su personalidad, sus valores o su situación. También de ser claros en las y correcciones evitando una ofensa personal que siempre es innecesaria.
Y por supuesto, el último y más importante, el sentido común. La gestión de personas y equipos es una actividad natural, necesaria y que se encadena de forma que todos tenemos la experiencia de liderar y de ser liderados en diferentes ámbitos de nuestra vida. Por lo tanto, la mejor receta es seguir el sentido común.