A nadie se nos escapa que la principal fuente de búsqueda de oportunidades profesionales son los contactos. Hace poco comentaba con un amigo, recién salido de un máster, que la propia escuela de negocios donde lo cursó recomendaba fervientemente “activar” los contactos profesionales para poder tener mayores oportunidades en la búsqueda de nuevos retos.
Los contactos han sido siempre fundamentales en el mundo profesional, si bien anteriormente tenían una connotación más elitista que poco a poco está desapareciendo. Por supuesto sigue habiendo “enchufes”, pero con una clara tendencia a la extinción, como resultado de un mercado profesional mucho más preparado y competitivo, y de un progresivo cambio en la cultura de las organizaciones, en la que el valor de los profesionales se va progresivamente anteponiendo a otras variables de distinto cuño.
Si a ello le añadimos nuestra actual coyuntura, con una oferta completamente descompensada de la demanda, cualquier cambio profesional que queramos acometer pasa necesariamente por adentrarse en el arte del networking y por conocer su ciencia para poder aplicarla. Máxime en un momento en el que las tecnologías están facilitando el acceso a nuevos contactos y oportunidades, y permitiendo que nuestros perfiles sean visibles y conocidos por otras personas de nuestra red.
Hace no muchos años, para buscar oportunidades profesionales en otros países, como Estados Unidos o Brasil, era necesario tener contactos allí que a su vez nos sirvieran de puente para consultar en los diarios locales las oportunidades de empleo. Hoy en día, ni siquiera es necesaria una especial destreza en la navegación por Internet para acceder a muchas de esas oportunidades. Cosa distinta es que verdaderamente pongamos en marcha las acciones necesarias para tener posibilidades reales de éxito en nuestra búsqueda del cambio.
En la coyuntura actual se está produciendo una paradoja. Por un lado, hay mucha gente desempleada. Por otro, un porcentaje alto de aquellos que tienen ocupación busca un cambio, aunque muchas veces no saben hacia dónde. Algunos cursan estudios de postgrado buscando tender los puentes hacia nuevas oportunidades. Otros se lanzan a la búsqueda de ideas que les convenzan de emprender y vencer la guerra del miedo con la batalla de la ilusión. Y los hay también que confían en la bondad del destino, esperando pacientemente un cambio que raramente llega.
La fortaleza de los lazos débiles
En el año 2005, el sociólogo Brian Uzzi publicó un estudio en el Diario Americano de Sociología en el que analizaba las razones por las que ciertos musicales de Broadway tenían éxito, mientras que otros no. La explicación a la que llegó estaba relacionada con el grado de cohesión de los profesionales involucrados en cada una de las producciones.
Las que no alcanzaban el éxito obedecían a dos situaciones: por un lado, aquellos musicales en los que tanto todos los artistas como los productores se conocían de otras producciones. En el extremo opuesto, las otras representaciones que fracasaban eran aquellas en las que ninguno de los artistas había trabajado juntos en el pasado.
Las redes sociales de los profesionales que trabajaban en los musicales de éxito contaban con un equilibrio entre los que ya se conocían de otras producciones y los que jamás habían actuado juntos. Un factor crítico de éxito para los musicales, concluyó Uzzi, radicaba en encontrar el balance adecuado entre la cohesión del entorno conocido y la creatividad que brindaban otros profesionales que no conocían.
El grado de cohesión entre los contactos había ya sido previamente analizado por Mark Granovetter, en un estudio – titulado de manera reveladora “La fortaleza de los lazos débiles” – para identificar el grado de relación con las personas que habían facilitado el cambio de trabajo. Un 16% de los encuestados manifestó haber encontrado un nuevo empleo a través de su círculo de conocidos. El resto consiguió encontrar trabajo a través de contactos a quienes veía ocasionalmente (55%) o casi nunca (27%). Es decir, los contactos que les ayudaron a encontrar nuevas ocupaciones eran en su mayoría lejanos al entorno en que normalmente se desenvolvían.
Si además consideramos que vivimos un cambio de época en el que se están creando nuevas profesiones, con disciplinas interconectadas, salir de nuestros círculos habituales es cada vez más importante. De la misma manera que la innovación ha estado siempre fuertemente vinculada al “thinking out of the box”, el “networking out of the box” es una práctica que debemos fomentar, forzándonos a conocer nuevos profesionales, participar en otro tipo de debates y asistir a eventos y congresos que no respondan necesariamente a nuestro perfil y experiencia del pasado.
En el mundo de hoy, pocas son las máximas que están escritas, pero lo que está claro es que la mejor manera de cambiar es mezclándonos con aquellas personas que son como nosotros aspiramos a ser.