Popular, transitorio, prescindible, de bajo coste, producido de forma masiva, joven, ingenioso, sexy, efectista, glamuroso y gran negocio. Así definió Richard Hamilton al arte pop, del cual él fue su máximo exponente en Europa.
Juan Ignacio Rouyet | @jirouyet
Para la exposición This is Tomorrow de 1956, Richard Hamilton realizó su famosa obra Just What Is It That Makes Today’s Homes So Different, So Appealing? (“¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy día tan diferentes, tan atractivos?”). Es un collage que muestra a un musculado hombre en bañador y una mujer desnuda con una pantalla de lámpara por sombrero, todo ello acompañado de objetos cotidianos en aquel entonces en un hogar (un radiocasete, una aspiradora).
Hablamos de pop art y hablamos de economía compartida, que es una especie de negocio popular: pop business. Porque la definición dada por Hamilton para el arte pop bien vale para la economía compartida: es popular, transitoria (como veremos), prescindible (como todo), de bajo coste (de ahí los precios que ofrece), producido de forma masiva (por los usuarios), joven (aunque cada vez menos), ingeniosa, sexy (por las fotos de gente guapa y sonriente que aparece promocionando sus servicios), efectista, glamurosa (por las mismas fotos) y (obviamente) gran negocio.
Siguiendo la estela del collage de Hamilton nos podemos preguntar: ¿qué hace que la economía compartida sea tan diferente, tan atractiva?; ¿es el mañana?
La bella economía bella
La economía compartida es atractiva. ¡Cómo no serlo con los pingües beneficios que promete! En enero del año pasado Forbes relataba el caso de un fotógrafo del San Francisco Chronicle que fue despedido en 2009. Este amante de la instantánea alquila su casa a través de Airbnb una media de doce días al mes, por 100$ la noche, obteniendo un beneficio de 97$, y de noche convierte su coche en taxi, mediante Lyft, ingresando otros 100$. En total, 3.000$ al mes de ingresos por el alquiler de activos no usados.
Para el año pasado Forbes estimaba que la economía compartida podría generar más de 3.500 millones de dólares. Demasiados millones como para dejarlos escapar. Ante tales cifras, cualquiera rebusca en su casa todo objeto en desuso (ahora llamado activo) y piensa en alquilarlo para generar beneficios durante el tiempo ocioso que no lo usa.
La economía compartida invita a obtener buenos ingresos, despierta el espíritu comerciante de cada uno y por ello todos dicen: yo también quiero. Y lo que es mejor, sin que ello signifique despertar el lado avaro de cada uno.