De formación humanista —licenciado en Filología Alemana—, Rodolfo Carpintier es uno de esos pioneros que supo prever la tremenda evolución que iba a suponer Internet en el mundo personal y empresarial. Dejó su puesto en una gran empresa para embarcarse en una aventura como emprendedor y, los últimos 20 años, también como inversor en startups tecnológicas. Su trayectoria profesional ha estado unida a marcas de referencia en este mercado, como NetJuice, Tuenti o Buy VIP. En 2006 fundó DAD (Digital Assets Deployment), “la primera incubadora de negocios en Internet y tecnología 2.0 en España”.
A mediados de los 80, Rodolfo Carpintier estaba trabajando en una gran empresa —Telefónica— y tuvo que desplazarse a Estados Unidos para realizar una formación a través de un novedoso servicio: Compuserve. “Por aquel entonces aquello era muy caro pero me permitió, en seis semanas, hacer un máster que en principio me iba a ocupar seis meses. Ahí me enamoré y supe que eso iba a cambiar el mundo y los modelos de negocio de forma dramática”.
A principios de los 90 se empezó a hablar un poco de Internet y en 1992 apareció la “www”. En aquel momento entendió que esa era su oportunidad. “Mi mundo era Internet y desde entonces estoy en él. De hecho, me inicié en este mismo año, dando charlas de ocho horas a empresarios españoles en las que les explicaba por qué Internet iba a cambiar su modelo de negocio”.
Rodolfo vivió muy de cerca la denominada burbuja de las “.com”, un contexto en el que había muchos negocios que parecían interesantes, pero que todavía no tenían masa crítica. Según nos cuenta, todo el mundo quiso ir demasiado rápido y la envidia hizo que se disparará el dinero. “Empezó a haber tanto dinero que había que meterlo en proyectos que realmente no estaban suficientemente maduros”. De hecho, el propio Internet no estaba todavía maduro, ya que en aquel entonces tenía alrededor de 170 o 180 millones de usuarios y en la actualidad está llegando a los 3.000 millones. No tiene nada que ver.
En estos momentos todo el mundo habla de una nueva burbuja, la del emprendimiento. “Prácticamente, los políticos han pasado de querer besar niños a querer besar emprendedores, y eso termina creando este tipo de entornos”. En cualquier caso, es positivo que haya esa burbuja, ya que propone mucho movimiento en torno a este concepto, pero genera un problema: no todo el mundo vale para ser emprendedor y esto está creando muchas frustraciones. “Hay mucha gente que se cree que esto de emprender es como comenzar un camino y no se dan cuenta de que el 97% de los proyectos no triunfa. Realmente, sólo un 3% de ellos llegan a ser realmente grandes e interesantes para los inversores. De los restantes, puede haber un 10% que puedan ser importantes y alrededor de un 37% que terminen simplemente saliendo adelante”.
Esto quiere decir que lo que hacen es generar muchas pymes que crean puestos de trabajo y que viven con facturaciones relativamente pequeñas. Podemos hablar de autoempleo o planteamientos a largo plazo en los que se consiguen crecimientos de un 20% interanual, pero con esas cifras es muy difícil resultar interesante para un inversor.
“Esto permitirá al emprendedor ganarse la vida muy bien, pero no son atractivos para un inversor, que lo que realmente busca es el proyecto de los 100 millones o de los 1.000 millones. Hay muchos proyectos factibles o viables, pero muy pocos son invertibles”.
Realmente, no es fácil llevar al éxito un proyecto de Internet. Las razones que pueden estar detrás de este nivel de fracaso son múltiples. Por ejemplo, llegar demasiado temprano a un mercado y que esto haga que los tiempos que se habían previsto no se cumplan; o llegar demasiado tarde y encontrarse muchos más servicios ocupando ese mismo espacio, en el que resulta muy difícil hacerse hueco.
Pero Rodolfo apunta, sobre todo, a la resistencia del propio emprendedor a la hora de enfrentarse a todos estos problemas. “Llega un momento en el que no lo aguanta y tira la toalla, y ya no consigue seguir adelante”.